Los sueños de Gloria

Es raro que una persona que haya vivido en el barrio madrileño de Lavapiés, en los años 50, no recuerde a Gloria Domínguez Carpio. Era una mujer muy poco agraciada, solterona y sin ningún pretendiente, se ganaba la vida fregando suelos, no tenía familiares cercanos ni amigos, su casa era una habitación sin ventanas y, en resumen, su existencia se limitaba a trabajar y a dormir, pero todos la envidiaban. Se la veía feliz. Algunos de los que rozaron por instantes la vida de Gloria no perdieron la oportunidad de preguntarle -con más indiscreción que sutileza- cuál era la razón de su desconcertante estado anímico. Y, palabras textuales de la señora Domínguez: “La gente me tomaba por una jovencita loca, por una loca clínica, mas no desgraciada. No lo decían, pero sus miradas bastaban. Además, se despedían de inmediato y no volvían a tocar el tema. Explicarles que mi alegría se debía a la ilusión de llegar a casa para dormir cuanto antes y así soñar el mayor tiempo posible les parecía dem...