Mayo en febrero. Vuelvo a empezar.


Dedicado a un personaje de un libro de ficción en febrero de 2009
Hasta que no encuentre motivo para estas letras había de esperar un lapso, un tiempo inimaginado, quizá nunca vendría otra vez el tiempo para abrir las manos y dejar volar a aquellas minúsculas polillas que se hacían polvo en medio del calor sofocado del nuevo latir de esta canción.
Tu grave voz desciende desde un pequeño bar en Londres, jamás te había soñado al otro lado del mundo, y por otro lado los martilleos de un viejo piano en Oregon abren paso a ti. Mi mente y cuerpo no calculaban las grietas que se hacían entre tu universo y el mío, no atisbé antes un sueño inútil como este. Pero estas ahí, allá, lejos donde nunca te podré encontrar.
 Por qué aquella tarde en la cual planeaba regresar te detuviste sin saberlo, y ahora quizá deba escuchar Broke para no dejarte ir, no me atrevo a decir que tu personaje me agrada, difícil ficción, después de leer aquel libro, lo supe y lo sé bien ese no eres tú. Eres más.
 Aun así, nuestras fechas coincidieron y  quise conocerte en la penumbra de los días en la universidad, en tardes lluviosas temiendo al resfriado,  temiendo de mi misma. Temiendo que esto me impida seguir, y nunca vaya a terminar.
 No terminan mis solitarias tertulias observando tu universo, imaginándolo, aunque sé que nunca en el lado de este mundo aquellas letras en latín profano arribarán tras búsqueda de  mi escritorio para que pueda verlas.
Deseo concentrarme en lo venidero, no obstante cada paso que doy es un punto muerto, entonces intento descubrirte en tus inusuales respuestas. La estrella más lejana de este mundo, la imposible. No busco nada que no sea la simpleza, no te diré como ya has escuchado mil veces que seas todo. No sería yo. Solo quiero inventar una forma de que mi serpenteante camino encuentre alguna vez el tuyo.
Permaneces en mi mundo y eso es todo como para no dejar de buscarte un paso más, para no dejar de conocerte, y para escuchar los primeros discos de Van Morrison enjaulada en la nada mirando al cielo y quizá enviándote una frase entrecortada. Quizá la inutilidad del asunto no funcionará. Pero la chispa que encendió esta curiosidad lo es todo para continuar.
Estas en este mundo, y eres incógnita en el universo. Las buganvilias, el pequeño can imaginario, la soledad, son compañía. Y, después de todo ahora te descubro. A pesar de que es imposible el mayo del 86 es mi mayo del 88. Y el día trece también es tuyo. Serenidad. No pediré nada, solo eres tú, lejos de las demás luces y el tumulto, eres tú, valioso, humano, imperfecto. Ser de barro, tú original.
Envejezco las horas de este día… añorando lo increíble.

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