¿La erradicación de la pobreza es un objetivo alcanzable?

'Me siento fascinado y perplejo con la tranquilidad con la que el mundo rico deja a los pobres morir'(Jeffrey Sachs)

La erradicación de la pobreza extrema sigue siendo uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo y es una de las principales preocupaciones de nuestro país y de la comunidad internacional. Se han implementado medidas para erradicarla por el gobierno y entidades externas como la ONU (Organización de las Naciones Unidas) a través de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), los cuales fueron aprobados por 147 jefes de estado y de Gobierno en la cumbre del Milenio realizada el año 2000.

El economista Jeffrey Sachs impulsor del programa de los Objetivos del Milenio de la ONU y autor del libro ‘El Fin de la Pobreza’ mencionaba en septiembre del 2010 de que si los países desarrollados no cumplían con sus promesas de aumentar la ayuda externa, no se iban a poder cumplir los Objetivos de desarrollo del Milenio de la ONU para el 2015, principalmente aquel de reducir a la mitad la pobreza entre 1990 y 2015.

Al respecto, los estudios de Laurence Chandy y Geoffrey Gertz muestran que el número total de personas pobres alrededor del mundo cayó en alrededor de 500 millones de personas, de más de 1.300 millones en 2005 a menos de 900 millones en 2010. Tales consideraciones son bastante alentadoras con respecto al panorama de pobreza en general en el mundo. Así mismo, siguiendo esta misma línea en nuestro país, el presidente García en un discurso ante la ONU en septiembre de 2010 señalaba “El Perú logró cumplir el 99 por ciento de las metas del milenio sobre la pobreza extrema y el hambre, y el 78 por ciento en la reducción de la pobreza general, gracias a la fortaleza de la economía y los programas de redistribución social”. Resulta sorprendente constatar que la lectura de este rotulo se está refiriendo a la atmósfera de nuestro país de no hace más de seis meses. Una quisiera pensar que esta descripción es propia de nuestra realidad, única de nuestra generación, donde aun oímos de pobreza y hambre en nuestras comunidades aisladas.

Sin embargo la realidad aun es desalentadora y si queremos describir nuestra situación actual, sería bueno considerar la siguiente pregunta ¿Dónde nos encontramos hoy con respecto al logro de las metas? Se puede decir que el grado de consecución de los objetivos ha sido desigual. Si bien la cantidad de personas que vive en situación de pobreza extrema sigue disminuyendo a escala mundial y numerosos países en vías de desarrollo (PVD) están avanzando adecuadamente hacia la consecución de algunos de los ODM, ese éxito oculta que los progresos han sido lentos e insuficientes en otros países, entre ellos gran parte de los de África subsahariana. Y me atrevo a decir parte del Perú y Cusco.

En contraste con lo anterior, y con el ODM número uno (erradicar la pobreza extrema y hambre). La sierra rural de nuestro país- de la cual varios distritos de nuestra región forman parte- sigue rezagada y se ha beneficiado poco con el reciente progreso económico. La desigualdad y la pobreza -y, sobre todo, la pobreza extrema- entre las áreas urbana y rurales es abrumadora, especialmente en zonas de la sierra rural.

Casi la mitad de los pobres del Perú vive en la sierra rural y las mejoras en esta región han sido mínimas. Al respecto Renos Vakis e Irene Clavijo mencionan algunas causas de esta situación “Los elevados niveles de desigualdad en el Perú son persistentes y siguen aumentando en algunas regiones (...) Una parte considerable de la desigualdad total observada es debido a cambios intra-regionales, es decir, la desigualdad generada dentro de cada área (urbano o rural). El resto de la desigualdad (una tercera parte) es debido a diferencias en el bienestar entre las regiones. Más aún, la desigualdad está subiendo en el área rural, en especial en la sierra.” Al parecer la preocupación de Sachs-mencionada en el segundo párrafo de este artículo- es válida aun en nuestro contexto. Sin embargo la consecución de los objetivos no sólo depende de la ayuda proveniente del exterior ni del crecimiento económico sino de cómo se distribuya. A pesar de las cifras alentadoras, la realidad es distinta y existe el riesgo de no alcanzar los objetivos del milenio para el 2015 si la desigualdad imperante en sociedad continúa.
Se ha intentado por muchos medios, y ha sido preocupación de algunas autoridades reducir la desigualdad expresada en términos materiales. Una solución planteada y por cumplir es la construcción de carreteras y vías de comunicación adecuadas que acorten las distancias físicas y unan a los pueblos. Las vías de comunicación son, entonces, sólo uno de los principales medios para lograr que el crecimiento económico sea equitativo entre todas las regiones. Y de esa manera superar la pobreza. Sin embargo, si sólo esta fuera la solución quizás el problema ya estaría resuelto. Hablar de igualdad en un mundo donde las cosas son tan disparejas en materia de justicia social, de pobreza y riqueza, de tan estrecho contacto entre la opulencia y la inicua necesidad, de tanta inequidad entre las formas en que se materializa la vida para unos y otros, tal vez la pobreza no sea otra cosa que una variante del viejo aforismo que advierte que a menos que se cultive la semilla de la paz en justicia(igualdad), va a ser muy difícil cosechar su fruto.

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