Llegada a Madrid





El día que llegué a Madrid llovía y hacía una leve ventisca. Eran como las dos de la tarde en el aeropuerto de Barajas cuando la van del hostel vino por mi. Una amable conductora me transportó por las autopistas madrileñas hasta la zona de Barajas, nombre del distrito que llevaba el mismo nombre que el del aeropuerto.
Mi habitación era pequeña pero hermosa, con buena temperatura para el invierno. A través de la ventana, podía observar el cielo madrileño, la vista tranquila de una típica tarde en un barrio silencioso.
Decidí ir a la Plaza Mayor. Tomé el tren subterraneo desde la Estación Alameda de Ozuna hasta la estación Callao. Eran como las seis de la tarde. hacía frío en Madrid y empezó a llover. Cerca a la plaza encontré una librería, La Casa del Libro. Fue un cómodo refugio mientras la lluvia escampaba. Me pasé horas viendo los títulos y extractos de varios libros.  En la  sección de Economía Internacional, compré uno que  me llamó la atención desde un curso que hice en el MIT,  Repensar la Pobreza de Abhijit V. Banerjee y Esther Duflo.

Las calles entorno a la plaza mayor, eran angostas con muchos tiendas, y todo  en un orden armonioso, habían varios cafés y librerías , entre otros negocios. Una ciudad cosmopolita que guardaba en su trajín todo un camino y  en su camino  la recuperación de su crisis económica. Sin embargo Madrid es de España, y  España es de Europa, las ciudades europeas, siguen siendo las urbes modernas y de vanguardia al margen de cualquiera de sus crisis.

De regreso, el tren de Madrid,  transportó mi cuerpo hacia la imaginación producto de los libros que antaño leía. Era no la paz, pero si la tranquilidad. Era la lluvia y un nuevo libro en el bolso.

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