Dios, ciencia, arte
Cuando Bono, el cantante líder de la banda U2, se encontraba
en su búsqueda para erradicar la deuda de los países tercermundistas, llegaba a
las organizaciones mundiales de ayuda y preguntaba “¿Quién es Elvis aquí?”.
Bono estaba buscando a personas que desafiaran lo
establecido, que creativamente rompieran rocas tradicionales para abrir nuevos
caminos. Buscaba quién era el gran personaje que podría ser un catalizador y
reformador de la historia.
Si nosotros preguntáramos lo mismo, pero enfocándonos en la
humanidad. Si examináramos la historia de la raza humana y preguntáramos:
“¿Quién es Elvis aquí?”, encontraríamos que aquellos grandes personajes que
abrieron nuevos caminos de un modo creativo, esos valientes catalizadores que
introdujeron a la humanidad nuevas y maravillosas eras de expresión y
descubrimiento, fueron en su mayoría artistas y científicos.
Fácilmente descubriríamos que los grandes cambios sociales
no fueron gestados por políticos famosos y fanfarrones, no fueron engendrados
por religiosos enamorados de su ego,
sino que los hitos en la humilde historia de nuestra humanidad fueron en un
inicio soñados por una mente creativa y científica.
Muchos de estos personajes tenían una profunda fe en Dios,
otros no, pero ciertamente todos fueron usados por la delicada y fuerte mano de
Dios a fin de escribir nuestra historia.
Un científico o artista no tiene que ser “cristiano” para que Dios lo
use, ni precisa tener como objetivo adorar a Dios a fin de producir algo que
tenga gran significado para la humanidad y Dios.
Este libro es acerca de eso. Trata sobre cómo Dios se ha
mostrado a través del arte, incluso de
artistas que no son creyentes, y por medio de la ciencia, con descubrimientos
que a simple vista parecieran contradecir las Sagradas Escrituras.
Este libro no es acerca de “cómo conquistar las artes para
Cristo” ni nada similar. No creo en el “arte cristiano” como tal, ni opino que
deben haber “artistas cristianos”, aunque el término se use porque es lo que
entendemos. Pienso que debe haber cristianos en el mundo del arte, porque es lo
que deduzco del mandato de Dios en el Sermón en cuanto a que somos luz y sal en
el mundo.
Este tampoco es un libro científico, no es un libro para
ingresar al eterno debate del creacionismo frente a la evolución; ni para
decidir si la Tierra es un planeta joven (de aproximadamente seis mil
años) creado literal y físicamente por
Dios, o un planeta antiguo (cuatro mil quinientos millones de años) y formado
por el desarrollo “natural” de las galaxias y la expansión del universo. El
asunto aquí es que sabemos y estamos convencidos de que Dios “creó”, y eso es
lo que describe la ciencia y el arte. Si te subscribes a la evolución teísta o
a la teoría del creacionismo del Diseño Inteligente, eso es tu decisión; sin
embargo, las dos teorías- o si hubiera una tercera, la cual tal vez emergerá
pronto – necesitarán de científicos brillantes, creyentes en el Dios creador de
Génesis, para investigar, ser diligentes en el estudio, mostrarse rigurosos en
las pruebas, y defender su postura de una forma profesional e integra.
El cristianismo fue el gran precursor de la ciencia y
el gran patrocinador del arte en los
últimos cuatrocientos años, pero pareciera que nos hemos convertidos en sus peores
enemigos. Y en los últimos cincuenta años hemos llevado esa batalla al pulpito
haciéndola personal, predicando contra el artista y el científico. Hemos
buscado la forma de invalidar a la ciencia y el arte haciéndolos inferiores a
la fe, ignorando que Dios está presente en estos ámbitos y que muchas
veces los mismos validan nuestra fe.
El cristianismo en su infancia, como todo niño se apoyó en
el arte. Al llegar a la adolescencia, le entro la curiosidad y empezó a
investigar, convirtiéndose en su madurez en un gran impulsor de la ciencia y el
arte. Más adelante, al llegar a nuestros días, pareciera que es un señor viejo y enojado con el mundo. Critica
enfadado y envidioso al arte y al artista, y dispara sin apuntar a la ciencia y
al científico.
Sin embargo sus hijos son talentosos. Jóvenes inspirados
para el arte y disciplinados para la ciencia, que encuentran en la Biblia una
fuente que los acredita a ser artistas y los acredita a ser científicos. A
salir al mundo con su arte y su ciencia
a fin de brillar en la oscuridad.
Sí, la contribución del cristianismo a la humanidad ha sido
profunda y poderosa. Desde sus humildes comienzos la iglesia cristiana influyo
positivamente en todas las áreas de la
vida del hombre. Al mismo tiempo la iglesia compuesta por seres humanos, ha
cometido también graves errores. No obstante, Dios nunca se equivoca, de modo
que no podemos juzgar a Dios por las personas que usa.
¡En este libro intento inútilmente defender a Dios! Al final
creo que estoy tratando de presentar una apologética de la ciencia y el arte,
pero a la iglesia.
Intento recordar que el Reino de Dios se extiende más allá
de nuestras iglesias y nuestros ministerios e incluye al arte y la ciencia.
Nosotros, los seguidores de Jesús, tenemos la gran responsabilidad de cumplir
con el espíritu creativo que se nos ha dado y de investigar los cielos, obra de
las manos de Dios.
El cristianismo es la única fe centrada en la demanda de
creer en un suceso histórico que sirvió como plataforma para los más grandes
movimientos del arte y los más
importantes descubrimientos científicos. Y esta es una demanda como ninguna y
que puede parecer inconcebible. Se trata del informe histórico de hombres y
mujeres que sufrieron el fracaso devastador de la muerte de su amado Maestro y
en poco tiempo contaban la historia extraordinaria de verlo regresar a la vida
una vez más. Estos seguidores estuvieron dispuestos a sufrir encarcelamientos,
torturas y hasta la muerte antes de negar esa experiencia.
Todos habían seguido tan de cerca a su Maestro, que sus
pies, manos y rostros, así como sus ropas, estaban llenos de polvo que el
Rabino levantaba al caminar, lo cual al parecer fue suficiente para llevarlos a
hacer cosas tan extraordinarias que cambiarían la historia. El fuego de esa fe
nos ha alcanzado hasta hoy en día. Al igual que ellos, debemos seguir tan de
cerca al Maestro, que el polvo que levanta al caminar se nos adhiera, lo cual
será suficiente para hacer cosas extraordinarias en el arte y la ciencia a fin
de también cambiar la historia.
La visión cristiana de la realidad es verdad. Eso no nos
debe enorgullecer, al contrario debemos ser humildes, ya que reconocemos con
claridad la realidad que Dios hizo y
sabemos de su misericordia y gracia hacia nosotros.
Debido a esta visión de la realidad es que científicos y
artistas a través de la historia han sido la voz de Dios por medio de actos de
compasión, maravillosas obras de arte y
grandes descubrimientos científicos. Sin embargo, cuando los cristianos se han
recluido dentro de las cuatro paredes de
la iglesia o se han mantenido solo con la nariz metida en la Biblia,
Dios ha hablado de otras formas: a través de personas que no creen en él, de
eventos históricos, e incluso por medio de la persecución de su misma iglesia.
Dios no se ha quedado callado. Aun cuando sus hijos han permanecido en el
silencio, la voz de Dios puede ser claramente escuchada a través de la historia
de la humanidad: en cada obra de arte y cada descubrimiento científico.
Por Junior Zapata en EVHD
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